Monday, January 28, 2008

Estamos hartas

Hoy finalmente lograron sacarme de quicio. En el camino de vuelta de la pileta, en la tercera de las cuatro cuadras que tengo que caminar a casa, pasa un tipo de unos 40 años en un Gacel bordó (lástima que no anoté la patente) muuuy despacito por la calle (yo venía a su izquierda) y me grita alguna huevada sobre mi anatomía que ni me gasté en memorizar. 20 metros más adelante para, y me calenté.

Seguí caminando, sin cambiar de vereda. Pasé por al lado suyo (bueh, por el medio de la vereda, se entiende) y el tipo siguió profiriendo opiniones. Y entonces me fui contra él y aprovechando la ventanilla abierta metí los brazos y lo golpée un poco mientras le gritaba de todo. Él arrancó y se fue mientras yo le seguía gritando. Fueron momentos confusos, no me acuerdo bien.

Caminé la cuadra y media restante con muuuucha bronca y medio moqueando.

Cuando volví a casa le conté al Dani. Y seguí pensando: ¿qué se hace con esa gente? Llevo la mitad de mi vida oyéndolos opinar sobre mis partes delanteras y traseras sin ningún tipo de autoridad. Me cansé de ignorarlos. Quiero que se callen. A los que pasan al lado nuestro, una piña sorpresiva. Hay que atacarlos con la misma arma que usan ellos: la sorpresa. A los del auto/bicicletas: should I start carrying a gun with myself? No sé si da. ¿Entrenarme en el lanzado de dagas? Quizás. ¿Dardos/Espinas venenosas? Loved the idea.

A aprender kung fu se ha dicho. Y que mueran todos los que lo hacen. (Bah, quizás con dejarlos sin ganas de hacerlo a través de algún método extorsivo, intimidatorio y torturante alcance).

GRrrr. Drive me nuts.

2 comments:

Bob said...

Espinas venenosas, mmmh ¡las de V de venganza! ¡el veneno imposible de rastrear por el estado totalitario!

ra said...

En realidad, son las de algún cuento de Sherlock Holmes que incluía un tesoro, un doble techo, un monito y algún viaje por África, creo.