Friday, January 18, 2008

La lucha encarnizada por el asiento

Ayer, mientras me tomaba un N que me llevaría hasta la terminal, donde tomaría un Sarmiento que le llevara a Alta Gracia, fui víctima y testigo de otro horrible episodio del evento que titula a este post.

Es impresionante. Es un síndrome que ataca sobre todo a mujeres de 4 décadas o más, aunque han ocurrido casos de especímenes más jóvenes sufriéndolo.

Se observa sobre todo en viajes largos, cuando el colectivo pasa llegando al radio del ejido céntrico de la ciudad, que es cuando hay poco recambio de asientos (en el centro mismo se sube y baja mucha gente y se nota menos la desesperación).

La descripción de la situación sería algo así: alguien se sube al colectivo. Paga su boleto mientras va escrutinando con la mirada a los ocupantes de los asientos del colectivo, tratando de adivinar cuál se va a bajar primero. Una vez identificado el posible lugar, se ubica apropiadamente (preferentemente, justo al lado). Durante lo que le queda de viajar parado, amenaza con la mirada a sus contrincantes por el puesto (el resto de la gente que estaba parada por ahí) En un momento, con un poco de suerte, el ocupante del asiento efectivamente se levanta. Con mucha dificultad (pues tiene a alguien obstaculizándole el paso) consigue salir al pasillo rumbo a la puerta por donde ha de descender momentos más tarde, mientras el okupa se sienta, con desesperado apuro, en el asiento aún caliente.

En los casos menos suertudos se da una situación donde había más de un pretendiente a ocupar el asiento libre y entonces es cuando ocurre algo terrible: codazos, empujones, miradas de odio y uno o más que quedan descontentos (éstos pueden ser tanto los otros aspirantes como los inocentes y ocasionales vecinos de los que se pelean).

En los peores casos, los aspirantes se confundieron y hay otro que se baja antes. Se produce entonces una carrera desenfrenada hasta el lugar en cuestión, y de nuevo riñas y forcejeos con los que estaban esperando o simplemente pasaban por ahí rumbo a la salida, o recién entrando.

Es patético.

A veces, aburrida mientras viajo, me pongo a pensar si el tema de asignación de asientos debiera ser regulada de alguna forma. Pero, ¿cómo? He pensado hasta en reestructurar la morfología de los actuales bondis. De asignar números, colas, prioridades: ¿Se deberían sentar antes los que hace más que están viajando, los que se se bajan antes? Problemas de scheduling, sí señor.

Por último, una duda me ataca. ¿Tienen los ancianos más derecho a un asiento que yo, que *también* pagué mi boleto? Yo si veo un viejito enclenque por lo general se lo doy de onda (a menos que ande muy cargada, o algo) pero me enferma cuando una vieja (sí, por lo general son féminas) (y sí, es una vieja de mierda, no una señora mayor a.k.a. anciana) me lo viene a exigir (fuera de los 4 primeros consabidos asientos).

Eso. Te dejo la inquietud.

3 comments:

Baco said...

Una respuesta (un poco ruda) para esas féminas (que también podrían ser hombres ancianos) podría ser «Los asientos para discapacitados y embarazadas son los primeros 4» omitiendo astutamente a los ancianos, evidentemente les tiene que molestar el intentar ser catalogados en alguna de las otras categorías posibles, sobre todo no viéndose como embarazadas. Sí, ya sé que es rudo (también para las personas concapacidades diferentes, perdonen), a veces soy de lo peor, pero si me senté fuera de esos asientos fue para no tener que cederlo (a menos que se me antoje).

¿Cuál es la probabilidad de que todas las personas sentadas en esos asientos reservados sean mayores que la persona en cuestión?

Respuesta: Muy baja. (que se pongan las pilas los de adelante)

Fernández said...

¿Nunca te pusiste a pensar en el dolor de pies que tiene una persona cuando es grande? ¿Y el dolor de manos? ¿Y el riesgo de golpearse y lastimarse mal?
Mientras más envejezco más entiendo a esas mujeres con dolores varios; algunas pueden venir de trabajar limpiando casas o haciendo algún esfuerzo físico.
Y cuando estuve embarazada exigía mi asiento directamente luciendo mi remerita de "Estoy así de linda porque voy a ser mamá" :)

ra said...

Iris: no sé si el comentario fue al post o respondiendo a baco; de todas formas creo que tanto yo como baco entendemos todas esas cosas pero:
a) yo también a veces estoy muy cansada y con dolores varios, aunque no tenga 60
b) yo pago mi boleto igual que ellos (incluso a veces yo soy *la* que paga el boleto porque las personas mayores pueden tener un abono para viajar gratis)
c) lo que realmente me molesta es que exijan de mala manera obtener un asiento sólo por su condición de oldies o de mujeres. No estoy dispuesta a soportar los malos tratos de nadie porque sí.
Hay una ley que les reserva los primeros 4 asientos y sé que no es la solución tampoco, porque en realidad lo ideal sería que no suban al colectivo más personas que las que entran sentadas y que todos podamos viajar cómodos. Cuando puedo cedo mi asiento, pero de buena onda, no porque nadie me venga a ladrar. Es una cuestión de cómos :)