Friday, January 18, 2008

Historias de taxi

Y no voy a hablar de la canción del horroroso Arjona.

Voy a escribir, en cambio, sobre los versos que les vivo metiendo a los taxistas. Enfermedades, casamientos, anécdotas familiares, reconciliaciones, hijos, trabajos, separaciones, negocios, consejos de belleza, posturas políticas... Miento descaradamente, me pongo en el papel de la novia sufrida, de la abandonada, de la madre desesperada, de la entrepreneur con buena fortuna, de la socialista más sindical y de la gorila más facha y les charlo lo que dura el viaje.

No cobro nada por este servicio de entreteniciencia sobre ruedas, e incluso varios se hacen los vivos (y a veces les sale) y me quieren robar unos centavos más.

Casi todos se enganchan, eso sí, con el comentario tirado casi como sin querer. Vamos a admitirlo: Los taxistas tienen vocación de consejeros. Una les tira una puntita y ahí nomás empiezan a despachar su conocimiento acumulado, o sus ocurrencias recién elaboradas.

En ese momento ya están a punto caramelo, así que me pongo en ocurrente y empiezo a inventar más detalles, rescatar de la memoria de cosas que les pasaron a conocidos, o en las novelas, o en películas, todo vale. Plagio, invento, recreo, cambio momentos, situaciones, nombres... y les encanta. Yo, por supuesto, me despido agradecida, prometiendo probar alguna de las sugerencias... y anotando en el contador interno que otro cayó.

1 comment:

Bob said...

¿Ya les contaste de cuando te medicaban sin tu conocimiento, disolviendo píldoras en tu bebida?

Tengo que aprender estas formas sublimes de entretenimiento, ando muy de entrecasa últimalmente, yendo de la cama al living.

Inventate algún personaje anarco-something, anti consumismo, anti periodismo, anti taxista, y anti underwear.

O algún profesional con alma de Patch Adams, que hacía las mil payasadas.

Estás muy extrovertida con tu escritura, espero ser asá algún día.

Da Bob