Wednesday, February 13, 2008

Crímenes imperceptibles

Me lo habían regalado en tristes circunstancias que prefiero no recordar, y lo tenía medio archivado. Hace poco, buscando un librito no muy gordo para llevar en la cartera -siempre toca esperar en algún lado, y a falta de algún dispositivo para escribir digitalmente, por lo general leo ese tiempo perdido- lo encontré en el estante juntando polvo.

Lo saqué, lo guardé prolijamente en la cartera, pero antes de que volviera a salir a la calle (no salgo mucho lately) se me ocurrió agarrarlo durante un desayuno. Y después me quedé toda la mañana, y después la siesta y a la noche antes de dormir y la cuestión es que me lo comí.

Bastante atrapante, me hizo acordar a mis épocas en que le daba duro a Conan Doyle con sus historias de Sherlock Holmes y el Dr. Watson. Lo malo fue que el final me desilusionó tanto como cuando leo aventuras que empiezan en Baker St. de vuelta. Me devoré el libro, pero al terminarlo me quedé como con sensación de que le había faltado algo. Igual, podría repetir un Martínez, a ver si mejora.

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