Felicidad en una gris tarde lluviosa

Leí o me contaron alguna vez que los rusos tomaban el té con el cubito de azúcar en la boca, que se iba derritiendo y endulzando la infusión mientras el líquido caliente pasaba por la boca.

Y hoy, estrenando el microondas nuevo-brillante-reciénadquirido-e-instalado, me preparé un café (pedorro, instantáneo) con un poquito de leche y, como siempre, sin azúcar. Y para compensar, me metí a la boca una trufa de chocolate de Doña Jimena, que se fue derritiendo mientras tomaba el cafeínico brebaje.

S-pec-ta-cu-lar.